Día sábado
Era
un sábado como todos, nada en especial. Saldríamos con Giovanni y Alejandro,
mis amigos.
Me decían moreno por mi
color de piel, el negro de mi pelo y mis ojos café oscuro. Alejandro y Giovanni
eran ambos de piel clara, cabello rubio y ojos muy claros. Yo era el más alto
de todos midiendo 1,83 a mis 21 años. Alejandro tenía 20 y Giovanni 18 siendo
el más pequeño del grupo.
Había llamado a
Alejandro para salir. Eran las cinco con unos minutos. Me contesto su madre y
me comunico con él.
— ¡Hey moreno que
tal!—
—Tengo planes para
hoy—le dije entusiasmado
— ¡Mira tú! Yo estoy
sola con mi mamá, porque mi hermana salió con… baah me vale—
— Bueno, pero podría
llamar a Giovanni para salir esta noche—
— ¡eso es lo que quería
escuchar Miguel! ¿Nos juntamos donde siempre?—
—
Si,
ahora a las siete con treinta, yo llamo a Giovanni—
—
Ah,
ok nos vemos entonces—
—
Adiós—
Colgué y llame a
Giovanni que me contesto muy desanimado, pero preferí no ser inoportuno y evite
preguntarle algo en ese momento. Lo invite
a salir y aceptó.
A las siete, llego Leila
a mi casa, con una polera verde ajustada. Se veía muy linda.
—
Hola
Miguel, venía a verte—
—
Hola,
pasa—
Entro y se sentó en una silla
—
¿Qué
paso Leila?—
—
Hay
moreno, no sabes cómo odio a mi novio—me dijo con rabia
—
¿Por
qué, que paso?—
—
Lo
pille con otra chica en la entrada de un bar. Estaban muy abrazados el par de
imbéciles—
—
Pero
pueden ser rollos que te estás pasando, nada mas—
—
No
son rollos moreno, los vi besándose—
—
Ah,
bueno, eso ya es otra cosa. ¿Cuándo los pillaste?—
—
Anoche,
yo estaba caminando en dirección a mi casa y los vi—
—
¿vas
a terminar?—
—
Sí,
pero me da miedo. Una vez quise terminar con él y me golpeó—
No supe que decirle, solo la abracé.
Al final Leila me dijo:
—
¿tienes planes para hoy?—
—
Si,
iba a salir con Giovanni y Alejandro—
—
¿a
qué hora salen?—
—
Ahora,
a las siete con treinta—
—
Ya
casi es la hora, me voy contigo—
Llego la hora, salimos y
caminamos hacia un bar. Los chicos ya nos estaban esperando. Entramos y pedimos
4 cervezas.
El
ambiente del bar estaba algo tenso con gente buscando pelea y otros, ebrios
hasta las patas, por lo que nos tomamos las cervezas y nos fuimos.
Era
más tarde y estaba oscuro. Caminamos mucho buscando alcohol, drogas y locura,
solo eso. Salir de problemas cotidianos.
—
Miguel,
¿sabes dónde queda?— pregunto Alejandro
—
Claro
que si—
—
No
sé, preguntaba porque creo que estamos caminando en círculos—
—
Si
no quieres seguirnos entonces lárgate—
—
Ya
Moreno si era broma—
—
Chicos,
creo que llegamos—dijo Leila
—
¿en
esta pocilga vive “el Flaco”?— pregunto
Giovanni
—
Sí,
yo tampoco me lo explico, porque es uno de los traficantes mas buenos de los
últimos tiempos—dijo Alejandro
Tocamos la puerta y se
abrió unos 5 minutos después. Al entrar vimos una mesita con cuatro sillas que
la rodeaban y un pequeño sillón.
— ¿A que se debe esta
visita chicos?—pregunto “El Flaco”
—
No
te hagas, tu sabes a que hemos venido—dijo Alejandro algo irritado por esa
pregunta
—
Vale
Alejandro, era solo para preguntar, y lo que me quedaba, lo vendí esta tarde—
—
Por
la… —
—
Cállate
Alejandro—dijo Leila
—
Ya
chicos vámonos a otra parte – dije para que Alejandro se callara
—
Si,
vamos—me apoyó Leila poniéndose en pie
Nos fuimos y Leila
estaba abrazando a Alejandro. Afuera estaba todo oscuro sin ningún tipo de
iluminación, solo lo que la luna nos daba.
—
Giovanni
quiero preguntarte algo—le dije
—
¿Qué
pasa moreno?—
—
¿Por
qué contestaste tan desanimado mi llamada?—
—
Miguel,
son rollos personales ¿vale?—
—
Pero,
¿qué rayos te paso?—
—
Fue
por mi papá. Estaba borracho y quiso golpear a mamá. Yo lo detuve y se
encabrono conmigo. Yo también le respondí sus golpes y cuando se vio vencido,
se fue a un lugar que solo Dios sabe cuál es—
Solo guarde silencio, no
supe que decirle. Seguimos caminando y comenzamos a hablar con Alejandro
—
Hey
hermano, tan odioso que andas hoy—le dijo Giovanni
—
Ah…
es que, ando enojado por puras tonteras—
—
¿tu
hermana otra vez?—le pregunte
—
Si,
anda con un tipo que es 10 años mayor que ella—
—
¿Y
cuántos años tiene tu hermana? —
pregunto Leila
—
Tiene
15. ¡Es una enana y anda con viejos!—
—
Que
complicado. Pero igual tu hermana parece de 18—
—
Leila,
el tipo igual es grande para ella—
En ese momento todos
paramos de caminar y nos volvimos a ver a Alejandro. Estaba rojo de rabia.
Habíamos pillado a su hermana chica con su novio. La escenita no era muy linda que digamos. Era de muy mal
gusto.
Alejandro fue caminando
rápido en dirección a la parejita y nosotros íbamos detrás del, en completo
silencio.
Al estar frente a su
hermana, Alejandro tomo al hombre por el cuello gritándole mil maldiciones
—
¡Alejandro
suéltalo vas a matarlo! ¡déjale ir!— gritaba Amaya, la hermana de Alejandro
—
¡Giovanni,
sujeta a la hermana de Alejandro, yo
trato de separar a estos dos!—le grite
Alejandro había golpeado
duramente al novio de su hermana. Le tenía la cara toda rota. Aunque el
defendiéndose, también había golpeado a Alejandro dejándole el labio roto y
sangrando.
La escena era aterradora,
todos estábamos asustados. Por un lado, Giovanni sujetando a Amaya, yo tratando
de separar la pelea y Leila gritándome que sería imposible que la pelea parara,
que iba a ser de vida o muerte.
—
¡Alejandro
lo estas matando déjalo!—grito desesperada Amaya
—
¡mira
como lo mato! ¡tú lo has buscado!—gritó
—
¡Alejandro
por Dios, ya detente, está muerto! —Le grito Giovanni
El rostro de ese hombre
estaba desfigurado a base de tantos golpes y Alejandro recién se había dado
cuenta que lo había matado
Nos
miro con cara de miedo y rabia. Su hermana lloraba y gritaba pidiendo que
Giovanni la soltara para ir a ver a su novio que estaba tirado en el suelo,
muerto.
—
¡Ni
se te ocurra acercarte a ese hombre!—Grito Alejandro.
—
Dios
mío, lo mataste Alejandro, lo mataste—dijo Amaya con una voz casi inaudible
—
Vámonos
de aquí chicos, alguien nos puede ver—dijo Giovanni soltando a Amaya.
Caminamos en dirección a
mi casa que estaba sola. Mi madre estaba de viaje y llegaría en un par de días más.
No podíamos creer que la
noche se nos hubiese acabado tan rápido
y que hubiesen pasado tantas cosas en tan pocas horas.
Llegamos
a mi casa y Alejandro se dio una ducha. Salió 20 minutos después y yo le pase
una polera mía, porque su camisa estaba toda salpicada con la sangre de ese
pobre hombre.
Amaya,
la hermana de Alejandro, estaba muy mal. Lo único que hacía era llorar todo el
rato. Nos tenía desesperados. Leila se acerco a ella y la abrazó. Giovanni
también estaba muy preocupado y no sabía qué hacer, solo atino a sentarse en el
suelo y tomarse la cabeza con las manos.
Así
la noche paso increíblemente rápido y nadie pudo dormir pensando en lo que nos
podría pasar si nos descubrían.
Era
muy temprano cuando escuchamos que golpeaban la puerta. A todos se nos paralizo
el corazón. Abrimos la puerta y vimos al general Carl:
—
Policía—dijo
mostrando su placa de identificación—ustedes quedaran arrestados por estar
involucrados en un asesinato—
—
¿Y
quien asegura eso?—pregunto Leila.
—
Anoche,
un joven los vio a todos ustedes junto a un hombre al cual mataron llamado
David Fernández. También tendrán que
formalizarlos por compra de drogas en reiteradas ocasiones, por lo que me
tendrán que acompaña—
—
¿Dónde
nos van a llevar?—pregunto Amaya casi desmayada
—
Los
llevare a la comisaria y tendrán que enfrentar un juicio—
Cuando termino de
hablar, nos llevaron a esos autos que apestan a delincuencia y nos llevaron a
una comisaria.
No sabíamos que nos
pasaría. Lo único que teníamos seguro era que a Amaya le darían un tratamiento
psicológico porque ella estaba mal, muy mal. Lo que éramos nosotros nada estaba
claro, solo nos quedaba esperar el juicio y la posterior sentencia